domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo 7: Secretos pasioneros.

Marisela abraza y le sale una de esas sonrisas falsas, Bárbara ni si quiera se mueve casi se quedo sin aire ante la noticia. 
-Marisela: ¿No me dices nada? 
-Bárbara: felicidades hija. 
-Marisela: si te llame fue porque quería contartelo y ademas compartir esto contigo, ¿Porque eres mi madre no? 
-Bárbara: si claro. 
-Marisela: me gustaría que te quedaras un par de días aquí en Altamira con nosotros. 
-Bárbara: no quiero andar molestando a nadie. 
-Marisela: a mi me harías muy feliz. 
Cuando Santos llega ve la mirada tan dura que le echa, le gustaría poder explicarselo todo aunque sabe que no tiene excusa, Bárbara lo trata de mirar con el mayor desprecio que puede. Santos mira sus ojos intensos azules que brillan como nunca, Santos supone que ya lo sabe y se espera lo peor. Bárbara lo saluda desafiante y con la cabeza bien alto. 
-Bárbara: buenos, señor Luzardo. 
Santos no puede quitarle la mirada, observa su ropa, lleva puesta la blusa roja que tanto le gusta. 
                                           


-Santos: buenas Bárbara. 
Marisela sonrie satisfecha, sabe que los mantendra alejados o por lo menos los tendra vigilados y a su alcance, ella se acerca a su marido y sonrie friamente, Santos no coge a Marisela, Bárbara los mira asqueada por la situación y todo lo ocurrido. 
-Marisela: entonces, ¿Te quedas aquí con nosotros un par de días? 
Santos al escuchar esto siente un poco de esperanza porque sabe que tendra oportunidades para hablar con ella. 
-Santos: Bárbara quedate, no ocasionas ninguna molestia al contrario. 
-Marisela: mejor que te quedes aquí, que en el hotel ese en el que miraran cada paso que des. 
-Bárbara: ¿Soy Doña Bárbara, no? ya estoy acostumbrada.  
Antonio entra y se queda sorprendido al ver a Bárbara ahi, no ha cambiado nada, sigue igual físicamente. 

-Antonio: ¿Doña Bárbara?  
-Bárbara: mejor decirme Bárbara que estamos en el presente. 
Marisela guía a Bárbara hasta su cuarto que es el que anteriormente ocupaba Cecilia, Bárbara lo mira todo con curiosidad no ha cambiado absolutamente nada desde que ella vivía aquí. 
Santos esta peor que nunca, ver a Bárbara le afecta demasiado, cada vez que la vez, ambos se alteran, Antonio lo mira, lo conoce a la perfección. 
-Antonio: soy campesino, pero hasta yo me di cuenta de como miras a la doña. 
-Santos: Antonio es que Bárbara tiene algo que me niega los sentidos, ni estando Marisela delante puede quitarle la mirada. 
-Antonio: será mejor que no pienses en ella. 
-Santos: es como si me pidieras dejar de respirar, no sabes lo estupido que me siento. Y lo arrepentido que estoy de muchas cosas. 
-Antonio: amigo recuerda que Marisela te va a dar un hijo.También acuerdate del infierno que vivistes con Bárbara. 
-Santos: ella ya no odia. Tu eres la única persona a la que le puedo contar sin que me juzgue Antonio. 
Pasadas unas horas, Marisela y Santos cenan, pero Bárbara no se siente con las suficientes ganas como para estar viendolos y ha decidido no bajar. Santos esta muy distraído pensando justamente en que estará pasando por la cabeza de ella, Marisela tampoco tiene ganas de hablar. 
Ya se ha metido la noche profundamente, ni Bárbara ni Santos pueden conciliar el sueño. Santos se levanta de la cama, tratando de no hacer ruido y se va hacía la habitación de Bárbara cautelosamente para que nadie lo vea. 
Bárbara ve una sombra que se acerca a la puerta y saca el revolver, Santos cierra la puerta, ella no se mueve no dice ni una sola palabra.  
Santos se acerca hasta ella, pero ella se levanta para evitar la lejanía con él, el la sigue, sus miradas se quedan fijas en si. 
-Santos: Bárbara... 
Santos desearía rozar eso labios, huele el perfume de la piel de Bárbara y esto le enloquece, le hace perder el control sobre si mismo. Bárbara se vuelve a alejar y mirandolo con dureza. 
-Bárbara: vete de aquí rata asquerosa, pelele, traidor, sucio... 
Santos la coge de las manos y la atrae hacia él, sus labios apenas estan a cinco centímetros de distancia, lo suficiente para soportar las ganas. 
-Bárbara: vete de aquí, o chillo te lo juro. 
Santos le tapa la boca de Bárbara, porque sabe que cumple todas sus amenazas. 
-Santos: dejame hablar, Bárbara por favor. Mírame, no ves que me muero por ti, no sería capaz de mentirte, por favor escuchame. Yo jamás me imagine esto. 
Bárbara le pega una patada a Santos en sus partes más íntimas, provocandole un dolor intenso a él, a pesar de eso no quiere alejarse de ella.   
-Santos: aunque me pegues Bárbara, no voy a dejar de hablar contigo, chilla si quieres, pero me vas a escuchar. 
-Bárbara: Santos vete te lo pido por Marisela. 
-Santos: porque me lo mueves todo Bárbara, porque me siento tan débil a tu lado. Mi amor, te ves tan bella. Me voy pero antes dejame decirte una cosa. 
Bárbara no quiere creerse ninguna palabra de Santos, pero la mira con tanta transparencia que le es imposible caer. Al escucharlo, siente ganas de besarlo, de mandarlo todo a volar y a todos y hacer lo que le apetece. Pero no, hay algo dentro de ella que no la deja hacerle más daño a su hija. 
-Santos: ya me voy, pero quiero que sepas, que aunque nos separe un abismo, un mundo, siempre nos unirá este inmenso amor que sentimos, porque se que me amas. 
Santos se acerca más a ella y le coge de las manos robandole un beso, el cual Bárbara corresponde con dolor por las circustancia. Un beso apasionado, que a ambos se les hace corto. 
Santos sale del cuarto de Bárbara, pero a mitad del pasillo se encuentra a Marisela, que al verlo sale corriendo para que no vea lo que tiene entre sus manos... Santos se queda perplejo y sorprendido. Marisela tiene suerte de que no la haya descubierto sino sería casi el fin para ella, vuelve a su cama y se refugia en las sábanas haciendose la dormida. Cuando Santos llega al cuarto decide no decir nada, a pesar de que sabe que ella esta despierta. Es una noche para escuchar los silencios, Santos se toca los labios y quiere sentir el sabor de sus besos, ese sabor tan dulce y apasionado pero a la vez doloroso. 
Marisela mira a Santos aliviada de que haya decidido callarse y no preguntarle nada. 
 
Santos trata de conciliar el sueño pero no puede, al igual que Bárbara.                                                          

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